POEMAS , RELATOS Y RECETAS.

domingo, 22 de noviembre de 2009

EL NIÑO QUE QUISO SER PERRO




Pantano de Baños



http://www.ivoox.com/nino-queria-ser-perro-encarna-audios-mp3


(copia la dirección en la barra de direcciones y podrás escuchar esta historia leída por José Fº Díaz - Salado en la emisora La Voz Silenciosa)

La historia transcurre en Baños de la Encina (Jaén) concretamente en el pantano del Rumblar en el cortijo de Juan de las vacas .
Allí vivía una familia compuesta por el matrimonio Esteban Ramón  y Juana Dolores, una hija Antonia y dos hijos Juan y Manolo, estos últimos se llevaban dos años escasos y como suele pasar al llevarse poco tiempo, siempre estaban o peleando o jugando y no podían pasar el uno sin el otro.
El padre se encargaba de las olivas del amo del cortijo y como ayuda familia, tenían huerta y animales, gallinas, pavos, conejos, marranos con los que sacaban una ayuda extra en la casa y de los que se encargaban ellos,  Juan y Manolo ya que el padre estaba siempre en el campo, cavando, cortando, deserpando, arando  las olivas a las que estaba al cuidado o en verano segando los cereales o trillando detrás del cortijo en la pequeña era.
La vida transcurría tranquila allá en el cortijo por los años cincuenta, Manolo y Juan eran los encargados de cuidar junto a su madre y hermana de los animales del corral y siempre mandaban al más pequeño.
_ Manolo coge los huevos, encierra las cabras.
Era lo menos pesado, los mayores Juan y Antonia se encargaban de ordeñar las cabras, ponerle los palillos a los chotos, echarle de comer a  la borrica y la yunta de mulos, hacer la masa de harina y pulpa para los marranos  etc...
Un día sentado en el tranco de la puerta del cortijo  miraba los perros sentados a la sombra y pensó y dijo en voz alta.
_ Que vida se pegan, en verano debajo el quinino y en invierno al lado de la lumbre sin hacer nada, el único trabajo que hacía Diana una de las perras era ir de caza a por un conejo o liebre  cuando le decía Esteban.
_ Vamos Diana a ver que le traes hoy a la Juanica que no sabe que guisar y de eso él sabía mucho con sus lazos y cepos.
Ella meneaba el rabo y se largaba a cazar, liando un gran alboroto en la puerta del cortijo para que Juana saliera a recoger la presa que con sumo cuidado dejaba en el tranco .
Así que meditando se levantó y le dijo a sus padres.
 _He decidido que de ahora en adelante quiero ser perro, estoy cansado de que siempre me estéis mandando que si Manolo haz esto , Manolo trae agua, Manolo recoge los huevos...
Esteban le dijo.
_ ¿Estás seguro ? 
_Sí. 
Dijo totalmente convencido Manolo .
Su padre le ató una cuerda en el cuello y lo ató en el gran quinino que había en la puerta del cortijo con un cacharro con agua y unos mendrugos de pan, junto a los otros dos perros, ese día estaba contento ya que no le mandaban nada, todo se lo mandaban a Juan o Antonia, él solo se limitaba  a ladrar cuando sentía que venía alguien y se le quedaban mirando, al preguntar le decían.
_ Ya no es nuestro Manolo ahora es un perro y él ladraba de júbilo de ver que no había hecho nada en toda la mañana.
Al llegar la hora de la comida Juana preparó la mesa a la sombra de aquel árbol, puso cuatro platos  y sirvió la comida , él viendo como comían dijo.
_ ¡Eh! ¿A mí no me dais de comer?
 A lo que el padre respondió 
_ Los perros comen si hay sobras y si no un pedazo de pan duro y agua.
La boca se le hacía agua viendo como comían, iba a responder pero como no lo había pasado muy mal viendo como mientras él no hacía nada que  todo lo hicieron  sus hermanos se calló y se echó a dormir.
A la hora de la cena pasó exactamente lo mismo y luego después de acabar todos sus respectivas faenas, se asearon y se metieron a la casa a dormir, a él lo desataron para que como los otros perros  estuviera guardando durante la noche el cortijo.
Pasó toda la noche dando vueltas hasta que el cansancio lo rindió, la madre de vez en cuando se asomaba y le decía a su marido.
_Esteban no te da ná.
A lo que éste respondía.
_Déjalo que va  a aprender una lección que recordará toda su vida.
Al día siguiente sucedió lo mismo que el día anterior y al llegar la noche empezó a llamar.
_ Papa, Mama, venid a desatarme que ya no quiero ser perro, quiero ser otra vez el Manolo.
El padre le dijo.
_¿Estás seguro ? mira que tienes que hacer todo lo que hacías antes, echar de comer a los pavos, gallinas  y marranos, coger los huevos, cuidar las cabras...
_Si quiero estar con vosotros, dormir con mi hermano y además no me gusta el pan duro.
Mis tíos, Manolo el pequeño, un amigo José y Juan 
Y así es como Manolo aprendió la lección de que cada persona, o animal tiene su cometido en la vida y que no ha olvidado nunca.
Ahora ya con setenta y pico de años lo recuerda como una anécdota de su niñez.
Y en casa ha quedado como un refranillo que va pasando de padres a hijos, de el niño que quería se perro.








    2 comentarios:

    Gracias por tener un ratito de vuestro tiempo para mi blogs, en breve pondré vuestros comentarios.