POEMAS , RELATOS Y RECETAS.

domingo, 18 de julio de 2010

MIS PRIMEROS AÑOS

Nací en Baños de la Encina (Jaén) en la calle Mestanza nº29 mis abuelos Juana Dolores y Esteban Ramón estaban de caseros en el cortijo de Juan de las vacas propiedad de los Azoriz, justo debajo del pantano del Rumblar.

Allí viví mis primeros años, los fines de semana, las temporadas de aceituna y cuando empecé el colegio en la Hermanas Apostólicas de Cristo Crucuficado mis vacaciones estivales hasta los 6 años en que mi abuelo se jubiló, ya veis me acuerdo más de esas cosas que de lo que hice hace dos semanas

Recuerdo la noria y la borrica Cerbata dando vueltas para sacar agua y como disfrutaba yo encima como si de un tío vivo se tratara.
En el huerto que tenía mi abuelo Esteban,sembraba tomates , lechugas, melones, etc... había árboles de todas clases, ciruelos rojos y amarillos, peras sanjuaneras, melocotoneros, granados, coques, naranjas, parra, en verano me encantaba ir con mi abuelo muy temprano a recoger la fruta en aquellas canastas de mimbre que él mismo con sus manos hacía sentado en la puerta del cortijo, bajo el quinino gigantesco que había en la puerta, tenían gallinas, pavos, marranos para ayuda de la economía familiar y siempre tenían algún chiquillo de Baños ¡ah! y la yunta de mulos con los que hacía las labores del campo mi abuelo, pues ese era su trabajo cuidar de las olivas.

En verano había una pequeña era detrás del cortijo , allí trillaba mi abuelo los cereales y yo como no, con un sombrero de paja dando vueltas y más vueltas para moler el trigo, la avena, etc....

Dicen que los primeros años de tu vida te marcan para siempre y yo ni que decir tiene tuve la infancia más feliz que una niña pueda tener rodeada de mi familia querida por todos ya que era la única, eso sí un poco sola ya que mi hermana vino cuando ya  iba para los 9 años.
Mi Baños, mi pueblo, tan ligada a él, los casi 20 años que estuve en Madrid lo añoraba, me sentaba en la terraza y veía el carro en el cielo estrellado y me decía :El mismo que me enseñó mi madre a buscarlo allá en el cortijo mientras me daba de cenar sentada al fresquito de la puerta o el que desde la terraza de mi casa allá en la calle Mestanza también se veía, pero en distinto sitio.

Que infancia tan feliz cargada de bellos recuerdos, me marcaron para siempre el destino de mi vida, humilde, cargada de lealtad y días felices .
Mi abuelo decía que vale más una gota de sangre que una arroba de amistad ¡ay mi abuelo con sus refranes y chascarrillos! cómo le recuerdo siempre alegre, nunca enfadado y tan enamorado de mi abuela Juanica cómo él le decía.

Ya, en los últimos años de su vida sentado en la puerta de la Margarita en la grada, siempre leyendo aquellos libros que yo conservo, el periódico "El caso o la revista El ruedo", con aquellas gafas redondas, a veces con la mirada perdida, quizás recordando cuando era joven siempre en el campo.
En la época de la hambruna, después de la guerra, le echaba mi abuela 5 o 6 naranjas de talega para todo el día y él siempre traía 3 una para cada uno de sus hijos, ya que había poco para comer, su vida me marcó para siempre.

Él era el que venía conmigo a úbeda cuando tenía que examinarme en el instituto, haciendo trasbordo de la pepa de Mariano en Linares y cogiendo otro autobús para Úbeda
cuando salia estaba rodeado de chicos y chicas contándoles sus ya habituales chistes.

Me cotaba que su padre fue a la guerra de Cuba, y vino victorioso con dinero con el que compró un terreno con olivas, y un diploma en el que le daba título de "Don" en aquella época eso era un lujo que le llamaran Don Juan sin tener título noble, ni ser médico o maestro.Él era el más pequeño, tenía una hermana que le llevaba 13 años, eso sí entre ambos hubo más hijos, pero en aquella época la mortalidad infantil hacía estragos en las familias.

Una vez ideó con 9 años su propia muerte, estaba enfermo y fingió que se moría, su madre ya viuda empezó a llamar a las vecinas diciendo ¡Ay que mi Esteban se ha muerto ! prepararon la mortaja y él con los ojos cerrados escuchando llantos, hasta que llegó el médico para confirmar la defunción, este enseguida se dio cuenta y le guiño un ojo, entonces le dijo a su madre : Anda Antonia que tu hijo no está muerto.
Boda de mi tío Manolo en Ripollet (Barcelona)
salió corriendo de la mortuoria y su madre detrás de el con la escoba, y diciendo : No decías que si me muriera no ibas a llorar,

Tengo tantos recuerdos de él, va por su memoria estas líneas y los recuerdo más bonitos que una nieta le pueda dedicar a su abuelo