POEMAS , RELATOS Y RECETAS.

lunes, 1 de julio de 2013

EL CUADRO



Su rostro era amable, risueño, con un moño encima la cabeza enorme como los que se llevaban a finales del siglo diecinueve, con un ramo de rosas.
 Siempre estuvo este cuadro en un rincón discreto del salón de casa, decían que era la madre de la madre de mi abuelo o sea, mi tatarabuela. 
Era hermosa, pelo castaño, ojos azules que contrastaban con las cejas ypestañas negras. Murió joven y el tatarabuelo, quizás para olvidarse de su desdicha se fue a la guerra de Cuba. 
Ésta foto pintada era realmente una joya y mas aún el marco donde estaba enmarcado.
De una foto que siempre llevaba el abuelo de mi abuelo en la cartera,  un pintor cubano se lo pintó, le puso un marco y con mucho esmero y muy bien embalado lo trajo a su casa, cuándo herido, tuvo que volver a España.
Lo colocó en un sitio privilegiado del salón de la casa y siempre por muchos años estuvo allí, por que era realmente hermoso el cuadro y más por que era una antepasada de la familia.
Hicimos obra en casa, se cambiaron cortinas, lámparas  y cuadros, entonces decidieron que dentro de aquel cambio, a moderno, aquel viejo cuadro no pintaba con la nueva decoración y se subió a la cámara.
Entonces empezaron a suceder cosas un tanto extrañas, portazos en las puertas sin haber corriente de aire, grifos que se abrían a media noche.
 _Bueno .
Decía mi abuelo
_ Habrá que llamar al fontanero, se habrá pasado la rosca.
No le dábamos importancia, pero la cosa fue yendo a más.
Mi abuela juraba y perjuraba que había cortado la llave de paso del gas cuando acabaron de cocerse las lentejas, más que pegarse se pelearon y aquello era una batalla campal, la casa llena de humo, resultado, ése día comimos huevos fritos.
Otro día se encendieron las luces del salón cuando estábamos en la cocina, al día siguiente mi otro abuelo electricista, cambió la llave, al parecer se habían juntado los cables y hacían contacto, y un sinfín de detalles que no venían a cuento, entonces fue cuando una vecina, medio brujilla en el buen sentido de la palabra,  nos hizo una observación.
_En vuestra casa hay un fantasma.
A mí  me entró "yuyo", la palabra fantasma me daba pavor.
_A ver, ¿habéis hecho algún cambio, algo que se salga de lo normal?.
No caíamos, mejor dicho, mis padres, abuelos y yo no entendíamos estas palabras.
_ Bueno hemos hecho obra, solo han quedado las paredes de la calle y el último cuerpo de la casa.
Dijo mi abuelo.
_Pues puede que ahí este la cuestión, ese fantasma ha vivido siempre aquí y le habéis modificado su casa.
Mi padre se echó a reír.
_Vamos Juana no me vengas con esas, cada día se echan casas a bajo y no ocurre nada.
_Si, pero no en todas las casas habitan fantasmas.
_Si queréis hago una prueba haber si lo que pienso es verdad.
Mi padre dijo.
_Conmigo no contéis para nada, yo no creo en esas cosas.
Al momento la moto "Lambreta" que había en el pasillo y era su medio de locomoción para ir y venir a su trabajo, sin venir a cuento se cayó.
Mi madre y abuela al  momento dijeron.
_Cuando quieras empiezas.
Mi padre se largó y ella, después de ir a su casa a por unas cuantas cosas, empezó, con unas series de rituales.
_Nada , no encuentro nada fuera de lo normal y el caso es que algo me dice que no anda lejos.
_Habéis hecho o quitado algo que hubiera estado aquí siempre. 
Entonces dije.
_ Solo se ha quitado entre otras cosas un cuadro, era de la abuela de mi abuelo, siempre estuvo en un rincón de  la salita. 
_¿Y donde esta ahora?
Mi abuela contestó.
_En la cámara.
_Pues bajarlo, vamos hacer una prueba .
Mi madre lo trajo,  limpió el polvo. , Juana se quedo mirando fijamente el cuadro a los ojos de esta figura que tantas veces había presidido desde su modesto rincón cada acontecimiento de nuestra casa.
_Es ella...
Mi madre dijo.
-Ni hablar, el marco esta con carcoma y se me pueden estropear los muebles nuevos.
_Pues cámbiale el marco, o no os va a dejar en paz.
El cuadro se volvió a subir a la cámara.
Estábamos todos  con la mosca detrás de la oreja desde aquella confirmación, se oían ruidos extraños, o al menos nosotros los oíamos, hasta que una noche se prendieron las senaguillas de la mesa camilla con el brasero, mi madre siempre lo tapaba con una tapadera enorme de una cuajadera que había desechado por vieja, pero que ésta no la tiró,  le venia muy bien para conservar las brasas del picón y así encender al día siguiente el brasero poniendo picón nuevo abajo y echando estas últimas junto con ceniza arriba, aparte que servía para que ninguna chusca prendieran fuego.
Ella decía que lo había tapado como cada noche, menos mal que mi padre se levantó a beber agua  y vio el humo... 
Automáticamente, mi abuela subió a la cámara, bajó el cuadro y dijo.
_Se acabó.
_Mañana mismo se vuelve a poner el cuadro de la abuela donde siempre estuvo.
Desde entonces se acabaron los ruidos, los "Accidentes" ocasionales, y ella nos sigue con esa mirada ingenua cada movimiento que hacemos por el salón, yo diría que ahora tiene la sonrisa mas bonita.