POEMAS , RELATOS Y RECETAS.

lunes, 20 de enero de 2014

SALAS GALIARDAS 2



Dejé de gritar, era absurdo no había nadie a los alrededores y aunque los hubiese nadie sabía de mi existencia en este rincón de la sierra, al menos sé que me buscarían cuando me echasen de menos, fui una incauta salir sola a conocer la sierra Bañusca, el Navalmorquin y las Salas Galiardas, o lo que quedaban de ellas. al llegar abajo de las faldas del cerro Bañusco algo me llamó la atención, no sé, miré hacia arriba buscando este sitio, tantas veces escuchado en Baños y en mi casa, por lo menos hallarían el coche y tendrían una pista...Mi móvil...Se me olvidó que allí no había cobertura,  se me vino a la imaginación aquellas travesuras infantiles de descubrir misterios junto a mis amigos, ahora me encontraba sola.
_Dime, cuéntame cosas, me gusta salir de vez en cuando arropado por la noche, cuando nadie me ve,  en Otoño oigo canciones de esos raros aparatos cuando viene a la sierra a pasar unos días, sobretodo por el mes de Noviembre, la sierra se llena de chozos de colores, de coches, las casas de la sierra humean durante días, cuando durante todo el año están desavitadas ( Me salió una amarga sonrisa, Los Santos)
_Déjeme ir, yo no diré nada, no le he visto. Esbozó una rara sonrisa.
_ Me voy haciendo viejo, no tengo nadie con quien hablar, la casualidad ha querido que te encontrara, ya no estaré solo y bueno te contaré mi historia.
Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo ¿Que pretendía de mí?, entonces su voz me sacó de mis pensamientos.
_Desde que nací estoy maldito, mi nacimiento fue fruto de una relación de mi padre uno de los últimos ermitas de los penitentes mudos, comunidad de las salas Galiardas,  con una mujer a la que raptó, un día desapareció de Bailén una muchacha y nunca más se supo de ella, mi padre la trajo aquí, se supone que era un penitente mudo y no podía tener relaciones con mujeres y yo nací de esa relación, mi padre para seguir con la tradición y exculpando su pecado me comprometió  a seguir luchando para que no desapareciera nuestra congregación, con pocos meses me cosió la boca, unos de los ritos más importantes a los que se someten los penitentes mudos, debemos ver, escuchar, pero nunca hablar más de lo justo, con el sufrimiento de mi madre que se oponía a dicha locura, me enseñó sus leyes, ya en su lecho de muerte me hizo prometer que seguiría con su obra, más a parte de su enseñanza también tuve la de mi madre, ella me enseñó sus costumbres a escondidas de mi padre, me inculcó otro mundo distinto al que me padre cada día dedicaba horas de enseñanza, digamos que me he criado entre dos culturas, a las que a ninguna de las dos he podido renunciar.
Nuestra congregación  ha vivido muchos años en esta zona desde la época de los templarios, cerca de la Virgen la Cabeza de Sierra Morena, había otra comunidad, los inhóspitos retiros de las sierras donde se recluían especialmente hombres desengañados del mundo por reveses de fortuna o familiares, arrepentidos por delitos cometidos o simplemente por devoción abrazando la dura vida que obligaba a la oración, al silencio, a la castidad y al ayuno, costumbre muy usual en la iglesia de cuenca mediterránea especialmente en la Tebaida y en las islas griegas. El precursor de estos hombres dedicados a la vida austera fue San Pablo, primer ermitaño, que vivió mas de cien años en los siglos III y IV y fue llamado "el Tebano" por su procedencia.
Nuestra  comunidad de ermitas en el Cerro de Navamorquí, en lugar próximo a las llamadas Salas de Galiarda y la vida de estos mojes de la fe como les llama Fray Justo Pérez de Urbel era de oración y de sacrificio, vivían en grutas o chozas y los solía dirigir un monje sacerdote. Se alimentaban de productos de la tierra que ellos mismos recogían o cultivaban y sus enterramientos hechos en peñones graníticos, se ven aún en la ladera de Navamorquín y en el Cerro de Sepulturas no lejos de la carretera de Los Escoriales a La Lancha.
_Dejeme ir por favor , dije con un hilo de voz .
Pero a la vez estaba asombrada por la historia que me estaba contando y quería saber más cosas sobre los penitentes mudos, si que había oído hablar mucho de ellos y ahora estaba, mejor dicho me había secuestrado uno de ellos, me encontraba dentro de una sala enorme, había una especie de altar, una mesa grande de piedra para doce personas, así de suponía debía de ser por los sillones alrededor de ella también de piedra