POEMAS , RELATOS Y RECETAS.

miércoles, 2 de abril de 2014

LEYENDA DE LAS DOS HERMANAS

Fotografías de la representación de  la  leyenda por  Susurros Bañuscos
Cuenta la leyenda, que una vez había en mi pueblo Baños de la Encina, Jaén, dos hermanas, Azucena y Jazmín, unas moritas mas bellas que el lucero del alba, que su padre, celoso de que algún moro o cristiano se pudiera enamorar de ellas, las tenia encerradas en el castillo de Burgalimar (Bury Al Hamman)


Era una mañana frío de invierno, cuando dos hermanos cristianos Don Pere y Diego Manrique,  fueron hechos prisioneros, por el ejercito de musulmanes del castillo, los encerraron en un oscuro calabozo.
Todas las noches las dos hermanas se acercaban al calabozo desobedeciendo las ordenes de su padre, el rey, allí las dos hermanas disfrutaban de los cantos de ellos, acompañados de su laúd, y poco a poco se fueron enamorando las dos moritas de los dos dos hermanos cristianos.
Losa que recuerda la leyenda de las dos hermanas
Ellos como prueba de su amor les regalaron la medalla de la Virgen, que cada uno en su pecho llevaba, convirtiéndose en cristianas y abrazando la fe católica, hicieron planes para huir del castillo y casarse.  
Una noche, Alí, consejero del rey y enamorado de las dos hermanas, con las que pensaba desposarse y hacerse dueño del castillo, las descubrió camino del calabozo y se lo comunico a éste.
El rey enfureció y dejó en libertad a Don Diego, para que les pidiera recompensa a sus padres, nobles de Castilla para el rescate de Don Pere, nada más lejos de la realidad ya que en su mente estaba recoger el dinero y matarlos a los dos, como así fue.
Más, Alí preso de celos convenció al rey de que las dos hermanas ya no alababan a Alá, estas habían repudiando su religión y abrazado al Dios de los Cristianos.
Las dos hermanas fueron detenidas y juzgadas a muerte llevándolas al paraje de las Migaldías, donde las ataron a dos piedras bermejas, a las vez que las dos hermanas se sumergían en el río Rumblar dos piedras blancas emergieron del agua dejando ciegos a los soldados.
 El padre solo salía de la fortaleza a pasear al arroyo de Valdelohuertos, se sentaba en las pizarras de Peñalosa junto al manantial de Salsipuedes, arrepentido por el daño que le había hecho a sus propias hijas  se quitó la vida, clavándose una daga en el corazón, cayendo muerto al manantial, desde entonces mana el agua de un color rojizo