POEMAS , RELATOS Y RECETAS.

domingo, 8 de marzo de 2015

EL REFUGIO 7



_Primero ante todo le pido perdón, como le he dicho las circunstancias me ha hecho dar este paso, para nada ha cambiado el amor que siento por Juan.
_Vete Ana por favor, ahora mismo tus palabras suenan a mofa, me quieres hacer tonta , te casas con un hombre que puedes ser tu padre y me dices que quieres a mi hijo.
_No Antonia, no me juzgue, si me permites tomo asiento, estoy un poco mareada.
Ana se agarro a la silla estaba a punto de caerse.
_¿Te encuentras bien Ana?
Antonia se dio cuenta que se había puesto pálida y le cogió de la mano para que tomara asiento.
_Si estoy bien es cosa del embarazo.
Bruscamente la soltó.
_Antonia estoy esperando un hijo.
_¿Encima te atreves a decirme que no solo te has casado con un viejo por su dinero? ¿ si no que estas embarazada?
Ana esbozó. una sonrisa y la agarró. de las manos, ella sintió su rechazo.
_Antonia el hijo que espero es su nieto.
Antonia se quedo pálida ahora era ella la que necesitaba tomar asiento.
Ana empezó su relato y Antonia no daba crédito, por un lado sentía una felicidad infinita al saber de su hijo tras casi cuatro años, por otro lado se sentía engañada ¿ por que su novia y su madre sabían de su hijo?
ella tenia que haber sabido de la existencia de ese refugio, que su hijo estaba vivo, sentía frustración, dolor, pero también alegría, era una mezcla rara de resentimiento y dicha, por fin sabía de su hijo y pronto olvidó. que se le hubiera ocultado su presencia, tantas veces había ido a aquella casa en la calle Mestanza, su hijo la sentiría hablar y seguro que estaba deseoso de subir del refugio y abrazarla, pero siempre había alguien, sus hermanas que no sabían nada o vecinas que entraban a preguntar si se sabia algo de Juan.
Idearon la forma de que Juan pudiera ver a su madre, de abrazarla.
Juan estaba sentado leyendo, sintió correr el baúl, abrirse la trampilla, tantas veces había oído ese peculiar sonido.
Vió. unos pies distintos que bajaban los peldaños y pronto supo quien era,
Abrazó. a su madre mientras lloraba, Ana quería que estuvieran solos, no quería quitar intimidad a ese encuentro  tan deseado.
Desde ese día las cosas cambiaron  un poco, Antonia cuando las hermanas de Ana no estaban iba a visitar a Juana, las vecinas se extrañaban que después de lo que había hecho Ana de no esperar y respetar la ausencia de Juan, que se hubiera casado con otro, siguieran las relaciones, por otro lado, eran tantas las ausencias de hijos, padres y hermanos por culpa de la guerra que veían normal, entre comillas que las personas fueran rehaciendo sus vidas.

Habían pasado, casi siete meses, Ana tenia una barriga enorme, y como era de suponer la gente murmuraba, y decían lo que era obvio, esa barriga no era normal  para seis o siete meses de embarazo.

Y llego el día, Ana sintió los primeros dolores, salio de su casa sin decir nada a Don Rafael, por que lo que tenía claro era que quería que su hijo naciera en casa de su madre.