POEMAS , RELATOS Y RECETAS.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

EL POBRE DE LOS VIERNES

RECUERDOS...

No fallaba nunca, era alto, delgado, con la barba un poco crecida de algunos días sin afeitar, pelo canoso.
Iba con sombrero, chaqueta gris muy usada, pantalones parcheados con una güita o cuerda en el cinturón para sujetarlos, de ella prendía una bolsa de tela donde metía las perrillas que le daban, siempre iba vestido así, tanto en invierno como en verano.
En invierno un impermeable para resguardarse de la lluvia, si no le dabas unas perrillas nunca te ponía mala cara, incluso te daba las gracias y seguía su camino de puerta en puerta, al hombro una  alforja o talega  con un poco de sustento, supongo que cogería la Pepa de Mariano para venir a Baños, eso nunca lo supe o puede que hiciera el camino a pié, al menos aquellas alpargatas que llevaba así lo hacía suponer...


Tan,tan,tan " Alabado sea Dios y aquel que le acompaña una limosna por Dios para este  pobre que les habla " 
Ese estribillo me lo sabía de memoria, creo recordar que era así, me gustaba oírselo cantar con aquel soniquete tan peculiar, si alguien no le daba unas perrillas se daba la vuelta  y llamaba con la garrota a otra puerta  haber si había más suerte, esta,  a la vez le servía de bastón, subía la calle Mestanza despacio, haciendo paradas de vez en cuando y se sentaba en las gradas para descansar de la cuesta y al final siempre bebía agua de la fuente, Luisa la de las Marías Manuelas siempre le daba algo de comer, ella tenía tienda enfrente de mi casa y mi madre de vez en cuando un vaso de leche de las cabras que teníamos en el corral.
Seguía su camino por la calle canteras al no tener esta salida volvía sobre sus pasos para continuar carril arriba, era nuestro pobre, nunca se metía con nadie y los viernes nunca faltaba  a su cita en Baños, nunca supe de donde venía, ni su nombre, las arrugas surcaban su cara, debía tener una historia como cualquier ser humano, algo debió pasarle que le convirtió en pobre limonero.
Pasaron muchos años, nos acostumbramos a verlo cada viernes ir de casa en casa pidiendo, si algún viernes no lo veía le preguntaba  a mi madre o a mi abuela si había venido el pobre, me daba mucha lástima de él y siempre pensaba donde dormiría, si tenía casa o si su techo por las noches eran las estrellas, era tal mi obsesión que incluso llegué a decirle a mi madre que podía dormir en el cuarto de mi tío Juan, este se había marchado a trabajar a Barcelona con mi otro tío Manolo y su habitación y cama estaban vacías, "Eso no puede ser hija " me decía mi madre, entonces tenía unos ocho años o diez , esa edad en que todo se te queda grabado, en aquellos tiempos estaba en el convento y mi ingenuidad y lo enseñado por las monjas hacía que quisiera arreglar el mundo o al menos el mundo que me rodeaba y por aquéllos entonces lo más primordial en mi mente es que no hubiera pobres al menos el pobre de los viernes.
Un día no recuerdo cuando, no volvió, pero en mi mente durante mucho tiempo siguió aquella cancioncilla pidiendo limosna y seguía preguntando en mi casa si había vuelto el pobre de los viernes...