Yo disfrutaba de varias matanzas en la calle Mestanza, se juntaba mi madre con Juana la Triguera que siempre mataba dos marranos, al ser familia numerosa, luego empezábamos nosotros y ella nos ayudaba también y seguíamos con mi tía Ana, hermana de mi padre, continuabamos con mi tío Gregorio hermano de mi abuelo Juan y mi tía Joaquina su mujer, éstos no tenían hijos, siempre nos ayudaban y luego nosotros a ellos, que también solían matar un marrano pequeño, a la sobrina de mi abuelo Juan, Ana la del castillo, como le decíamos para diferenciarla de la otra prima, Ana Prados, bueno, nos tirábamos el mes de Noviembre después de los santos de casa en casa de Matanza, ya que pasada la Inmaculada (8 de Diciembre ) se empezaba la recolección la aceituna.
Tengo que decir que a la hora de matar desaparecía de casa, no soportaba oír chillar al marrano, cuando veía venir a Pedro Moreno con los utensilios calle Mestanza arriba (matarife, marido de Rosario la carnicera). así que éste paso lo dejamos...
Pero empecemos desde el principio, los días de antes se compraba todos lo necesario para tal menester, normalmente en Linares, en una tienda de la calle Baños llamada "El azafranero" allí tenían de toda clase de aliños, tripas de plástico, cebollas, sacos de sal especial para salar los jamones etc...
El dia de antes nos poníamos a pelar y cortar cebolla para la morcilla alrededor de la lumbre en el corral, llorando todas, tengo que decir que yo lloraba más que nada por el pobre cerdo, pero dejemos este paso...
El primer día se hacían las morcillas, se cocían las cebollas en una gran caldera,
después se ponían a escurrir en sacos de esparto limpios para tal menester y enciman ponían los sacos de sal, los mismos que luego servirían para salar los jamones y paletas, para que escurrieran el agua, luego junto con el tocino picado, la sangre y las especias se hacían las morcillas, siempre se hacían unas cuantas tripas con arroz cocido.
Normalmente duraba tres días la matanza.
El siguiente día le tocaba el turno al chorizo, ese era mi día favorito, sobre todo cuando en una mesa nos poníamos a atarlo y con un alfiler pincharlo, siempre nos dejaban a los niños ésta parte.
A mi me encantaba cuando mi abuela, meneando aquellas enormes masas en un lebrillo de barro decía.
_A ver esa sartén para probar.
Era el bodrio, se tenía que hacer la cata de aliños y de sal, para empezar a embutir, las tripas eran las del propio marrano lavadas después de tenerlas un día en remojo, con vinagre y sal, otras veces se embutían en tripas de plástico y recuerdo que había que soplarlas por si estaban rotas, sobre todo para la morcilla ya que una vez hecha se pasaba por la caldera en agua hirviendo durante cinco minutos, colgadas en una vara de las de avarear aceituna y luego se colgaban en éstas mismas en el techo para que se orearan, después se freían vuelta y vuelta en aceite y en éste mismo se ponía en orzas de barro para conservarlas, al igual que las costillas adobadas, que también se metían en orzas de aceite para conservarlas más tiempo, recuerdo que con éstas últimas hacía mi madre unas patatas con caldo riquísimas.
Fotografía del Museo del Territorio Bañusco |
¡Ay que recuerdos!