Tiene mi Baños una iglesia y un castillo milenario, una Ermita, un Camarín y la virgen de la Encina con su santuario, sierra morena, el Navarmorquín, olivos muchos de ellos centenarios, tambien un molino de viento y un gran pantano, huele a jara, tomillo, romero, sus olores serranos.Este es mi pueblo te invito a visitarlo
jueves, 26 de marzo de 2015
EL REFUGIO 13
Todo había dado un giro de 360 grados, se sentía mal, física y mentalmente.
Lo que había guardado durante siete años en secreto, en pocas horas se había descubierto, pensaba la manera de salir de aquella encrucijada, salió del cuartel a paso ligero, le hubiera gustado volar, ir al encuentro de Juan, contarle todo, sabía que era vigilada.
Llegó a casa de su madre, con los nudillos llamó a la puerta y ésta le abrió, pasaron dentro y echaron el barrón a la puerta, Anita jugaba ajena a todo, a su dos años y pico, poco entendía lo que estaba pasando a su alrededor.
_Mama todo se ha descubierto, anoche hablé con Rafael, le dije la verdad, que estoy embarazada, que Juan se encuentra escondido, y él, por querer ayudarme me ha hundido, ha ido al cuartel lo ha contado todo, sé que no quiere hacerme daño, pero creo que se ha equivocado, hay que hablar con Antonia, que vaya a ver a su sobrino.
_Calma hija esto no te hace ningún bien, espera que le abra a Juan, llévatela la niña al patio un momento.
Juan subió del refugio, cuando le contaron todo, lejos de ponerse nervioso, habló con serenidad.
_Bueno esto se ha acabado, algún día tenía que ocurrir, me voy a entregar, nadie debe saber que he estado aquí escondido, diré que he estado todos estos años en la sierra, no quiero que os pase nada a tu madre ni a ti.
_Mi madre irá a ver a mi primo, le dijo que al no haber cometido delito de sangre no me podía poner pena de muerte, así que calmaros, esto ha durado demasiado tiempo.
Ana salió al poco tiempo de la casa de su madre con Anita de la mano, como suponía la habían seguido desde el cuartel, cerca se encontraba un guardia civil, a paso ligero se dirigió a su casa.
Allí estaba Rafael.
_Ana perdóname, he sido un ingenuo, pensando que te podría ayudar, nada más comenzar me han detenido en el despacho, he pasado un rato terrible hasta que te he visto entrar, nunca imaginé que vinieran a la casa a por ti.
_Tranquilo Rafael, mejor así, veré el modo de comunicarme con Juan, sé que se va a entregar, ya está cansado de estar escondido, cuando no ha cometido ningún delito, en cuanto a perdonarte, no hay nada que perdonar, gracias, mil gracias, eres una persona entrañable y un padre ejemplar, toda la vida no me alcanzaría para pagarte lo que has hecho con mi hija y conmigo.
Ana beso en la frente a Rafael y éste la abrazo como solo un padre sabe abrazar a una hija, porque Ana era una como una hija para él, aunque se empeñara en que fuese de otra manera, ese dolor siempre lo tendría, porque a pesar de todo, amaba a Ana como nunca había amado a nadie, en las noches de alcoba lloraba de impotencia de no poder hacer feliz a su mujer, dormían juntos desde que se casaron, él siempre le daba un beso, las buenas noches y se daba la vuelta, no quería que ella se sintiera mal.
Y en cuanto a la niña la adoraba, se deshacía cuando ella le llamaba papito con su media lengua, las dos eran su única familia y daba gracias a Dios por haberlas puesto en su camino.
Muy temprano al rallar el día, Juan salió de su refugio, antes miró alrededor, lo que había sido su guarida durante más de siete años.
Se despidió de Juana y su madre que había sido avisada por ésta, les dio un abrazo y las gracias y lentamente bajó calle abajo a entregarse al cuartel.
Pronto se supo en el pueblo que Juan había sido preso, que se había entregado después de más de siete años escondido en la sierra Bañusca, no se hablaba de otra cosa, en las tiendas, en las esquinas.
Ana estaba hundida, ya nada había que esconder, todo había acabado, ni siquiera su hija la sacaba de su tristeza.
Pasada una semana donde cada día iba a ver a Juan a la cárcel, junto a la niña y Antonia su madre, el Teniente les comunico que se llevaban a Juan a Jaén.
Estaban moviendo toda clase de contactos Rafael y el primo de Juan, pero la ley era implacable ante los presos de guerra.
Fueron siete largos años años escondido en aquel refugio, habían pasado tantas cosas, todo estaba cambiado a como él dejara el pueblo antes de la guerra, mil imágenes pasaron por su cabeza conforme se iba alejando del pueblo y una lágrima cayó por su mejilla, cuando al volver la vista atrás, vio a su madre, su hija, Ana, Juana, sus cuñadas y cientos de personas que habían ido a despedirlo.
No hablaban nada, ni reclamaban, en aquella época estaba prohibido toda clase de manifestaciones y sin embargo con su sola presencia, aquella multitud acobijaba y daban ánimo a la familia de Juan y a éste.
Lo que pasara desde el momento en que se entregó, nadie lo sabía, sin embargo una esperanza de libertad se reflejaba en aquella mirada enturbiada por las lágrimas.
Un aire fresco entraba por la ventanilla del coche aquella mañana, aquel aire que tanto echaba de menos en su encierro, en el refugio, un aire que traía recuerdos conforme se alejaba de su pueblo a otra clase de encierro, pero que le daba libertad, aquella que soñara tantas veces.
Y aquí acaba ésta historia, tiene un epílogo, porque toda historia tiene un después.
Eso dejadme que lo ponga en otro capítulo.
EL REFUGIO 12
Ana respiró profundamente, era como si se hubiera quitado un gran peso de encima, pero Rafael le preocupaba, recordaba la conversación de la noche anterior, de como la cogió por los hombros y le dijo.
_Mi pequeña Ana, cuanto has sufrido estos años! yo no voy a ser un estorbo en tu vida, te voy a ayudar, no temas nada, anda duerme tranquila en tu estado no te conviene estar nerviosa,
Oyó como Anita la llamaba.
_Voy mi niña.
Rafael no estaba había salido, se ve que se había dormido y no se había enterado de cuando él se levantó.
Llamaron a la puerta, rápidamente se vistió y fue a abrir, era la pareja de Guardia Civil.
Sabía que no era nada bueno su presencia tan temprano en su casa, le temblaba todo el cuerpo, y se preguntaba si Rafael en vez de ayudarla la había ido a denunciar al Cuartel.
_Buenos días, tiene que acompañarnos al Cuartel.
_ Es que estoy sola y tengo a mi niña pequeña.
_Puede dejarla con algún familiar de camino.
_Vale, deme un momento que la vista.
Ana entró a la casa para vestir a Anita, no podía contener as lágrimas, Rafael y quien si no la había denunciado, sintió rabia, impotencia, pensaba que con su declaración la iba a ayudar y no habían pasado ocho horas cuando la llevaban al Cuartel.
No atinaba a vestir a su hija, lo hacía como una autómata, por fin acabó la cogió en brazos y dijo.
_Cuando quieran.
Al pasar por la puerta de casa de su madre, dijo.
_ ¿Puedo dejar a mi hija con mi madre?
Se miraron la pareja de Guardia Civiles y uno de ellos dijo.
_No hay ningún problema.
Llamó a la puerta, su madre abrió y dijo.
_Ana ¿qué pasa hija?
_Nada Mama voy a Cuartel cuida de Anita.
Llegaron al Cuartel y la pasaron al despacho del Teniente, no le llegaba la ropa al cuerpo, se hacía mil preguntas y no encontraba respuestas, cuando entró y vio a Rafael supo toda la verdad, el la había denunciado, ella que había confiado plena mente en él.
_Siéntese por favor.
El Teniente y un Cabo, estaban esperándola y Rafael con ellos.
_Vamos a ver Ana, tiene que contarnos todo.
Ana los miraba a los tres pero su mirada quedó fijada en Rafael y le dijo
_ ¿Por qué?
Rafael se acercó a ella y dijo.
_Tranquila Ana, esto es un paso que había que dar, no te va a pasar nada.
_Déjame, no me toques, confié en ti y mira que poco a durado de nuestra conversación a este momento.
_Ana por favor siéntate, y escucha cuanto te va a decir el Teniente.
_Ana debes contarnos donde se encuentra Juan
El Teniente se había puesto en pie.
_No, nunca lo diré, así me metan presa, prefiero ser yo a que entre entre rejas a decir donde está escondido.
_Ana no le va a pasar nada.
Ella dudaba, se hacían pasar por buenos, para luego una vez supieran donde estaba meterlo preso, llevárselo de Baños a no sabia donde y a saber que le harían.
Rafael tomó la palabra.
_Ana te juro que no le va a pasar nada, ellos me lo han prometido, pero es un fugitivo de la Ley y hay que regularizar su estado, si sigue escondido poco se puede hacer.
_No, no voy a decir nada.
Ana se tapó a cara con las manos y comenzó a llorar.
_ ¿Por qué? ¿Por qué? si yo confiaba en ti.
El Teniente comenzó a hablar
_Ana no perdamos tiempo, o nos lo dices o sera peor, ha pasado mucho tiempo, desde que acabo la guerra, haremos lo posible para que pueda quedar libre o cumpla una condena como preso político, Rafael tiene contactos con gente importante, pero si no se entrega y somos nosotros los que lo busquemos y lo detengamos, nada podemos hacer por ayudarlo.
_Ana por favor, di donde se encuentra Juan, yo no quería que fuera de este modo pero el Teniente me ha dicho que es así como hay que hacer as cosas, no es igual entregarse que detenerlo.
_Déjeme ir, no se donde se encuentra, está en la sierra escondido, no tengo ni idea dónde y cuando lo vea lo convenzo para que se entregue, baja al pueblo de vez en cuando por la noche a por comida y yo se la doy, y ropa limpia, no puedo decirles nada más, ni siquiera su madre sabe nada.
Ana quería ganar tiempo y no implicar a Antonia la madre de Juan.
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