Me despertó el ruido del agua, pensaba que llovía, pero era mi vecina Margarita, regando las macetas del balcón, primero las limpia de las hojas y flores secas, para luego barrer y regar la puerta, igual que mi madre hace, tiene geranios y claveles de todos los colores y en la misma posición, como Juana la triguera, los claveles y geranios colgantes arriba, encajadas las macetas en los típicos aros de hierro hechos por Eusebio o el Herrerico y en la parte de abajo los no colgantes, intercambian los esquejes entre las tres.
_Dame de esa maceta un tallico cuando la trasplantes. ( se dicen uns a las otras )
Prácticamente tienen las mismas plantas, son los balcones más bonitos de Baños de la Encina, mi pueblo...
Después casi al mismo tiempo salen a barrer las oigo hablar a Luisa las Mariamanuelas, Margarita, Juana, Mariana, mi madre y algún que otro transeúnte que sube o baja por la calle Mestanza a por el número en casa de Encina para ir al médico, a cambio de una simbólica moneda de cinco pesetas que luego Don Adolfo el médico devuelve a quien lo quiera coger, otros dejan la moneda para Encina. El ir y venir al horno de Cantarero o Ana la del serio a por el pan, mi calle es un bullicio por las mañanas, los mandaos en las tiendas de Luisa, Catalina la Huevera o Encarnita, Eduardo, las tiendas de la calle, o coger el tabaco para el marido en el estanco de mi amiga Luci, y comprar esos sellos y cartas viajeras esperandas por seres queridos, lejos quedó el trajín de coger agua de la fuente al tener cada casa agua.
Las macetas de pilistras tan típicas y helechos adornos de los portales, los sacan cada mañana a la calle para que le dé el aire y regarlas, siento el chapoteo de las manos en el agua echando agua sobre las hojas, a Luisa con su regadera de hierro poniendo fresquita la calle, al igual que todas las vecinas, ella es la única que la utiliza las demás lo hacen con un cubo de chapa una vez barrida la calle. Oigo preguntar.
_ ¿Que vas hacer de comida? Luisa la de la Maríamanuelas, mi mejor vecina siempre pendiente de mi madre cuando mis abuelos estaban en el cortijo de Juan de las Vacas...Cuando me daban aquellos ataques que me dejaban inconsciente al darme unas pocas décimas de fiebre, debido a mis pocas defensas, era la primera en venir a casa cuando oía a mi madre gritar, ella hacía caldo de cocido solo para mí, por que era lo único que medio comía, sopa de pan...
Siento decir en mi duerme vela
_Os dejo que me espera la plancha ahora con la fresquita.
_ Me voy a la pila a lavar las sábanas que las tengo en remojo desde anoche y quiero solearlas el los peñones un par de horas...
Es hora de levantarme tengo que ir a la escuela, la leche me la tiene mi abuela preparada recién ordeñada de las cabras, cada mañana era su tarea, además de prepararle a mi abuelo su postre favorito, para después de comer cuando venía transío del campo, leche sopá, aparta una poca en un cazo y la pone a hervir con canela en rama, una pizca de sal, azúcar y medio limón, en una fuente de porcelana rectangular pequeña pone rebanadas de pan finas del día anterior, aparta la leche y aún caliente la echa sobre estas para que se empapen bien, luego le pone canela molida por encíma y la dejaba enfriar, a mí me encanta este postre tan sencillo, me dice que al cocer la leche hay que dejarla subir tres veces antes de apartarla del hornillo para no coger las calenturas martas.
La tarea de mi madre es levantarse temprano para ordeñar las cabras y después soltar los chotillos quitándole los palillos puestos durante la noche, dar de comer a las gallinas, recoger los huevos de las canastas de mimbre hechas por mi abuelo, casi siempre era la última en salir a arreglar la calle, estos menesteres es lo primero para ella.
Mi uniforme azul marino con camisa blanca impecable, mi babi de rayas azules y blancas para no manchar el uniforme, me tiene que durar toda la semana, menos la camisa que me la cambio a mitad, mis zapatos relucientes pintados con kanfor marrón, calcetines marrones y mis dos trenzas que solo se desarman cada mañana para peinarne y los domingos para lavarme el pelo y aprovechar para dejármelo suelto con parte de él recogido con un lazo blanco, subir al convento para recoger el velo para la misa los domingos...
Espero como cada mañana a Isabelita Garrido y Anita Muñoz siempre vamos juntas a la escuela.
El comedor de la escuela... Mi madre me ha apuntado para ver si viendo comer a las demás niñas como mejor; la verdad es que soy muy mala, malísima para comer, en el mesa casi siempre comemos las mismas, seis por cada mesa rectangular azul, con hule transparente para no estropear el tablero de madera, cada día toca a una mesa limpiar el comedor, llevarlo todo a la cocina y fregar los platos, allí siempre hay un saco con leche en polvo, más de una metemos la mano a todas nos encanta, ese es casi siempre nuestro postre, un vaso de leche que se servía en jarra de cristal, algunas nos llevamos un poquito de colacao liado en papel de traza, que compartímos ...Había que dejarlo todo limpio barrer y fregar el suelo para la clase de tercero por la tarde, lo da la Hermana Elísa.
Suena una música la del picú que las hermanas ponen para entrar a clase, en fila todas, las niñas de primero en primer lugar y así hasta llegar a sexto, la más mayores, de pronto deja de sonar la música esa que guardo en mis recuerdos de niña y oigo la que cada día...Suena en mi despertador a las siete de la mañana para levantarme, me restriego los ojos, todo ha sido un sueño, un sueño maravilloso, el de volver a ser aquella niña de la calle mestanza, sin problemas, jugando en la calle por las tardes compartiendo mi merendica, un cucharrillo de pan aceite y chocolate Kitín y que rico que sabía.