_Esa niña podría haber sido de mi hijo.
Los meses pasaban, Ana cada día iba a casa de su madre, como de costumbre cuando llegaban cerraban la puerta con el barrón, quitaban el baúl y Juan subía para estar con ellas un rato.
La madre de Juan había tomado una decisión su hijo llevaba casi cinco años, metido en aquel refugio y aunque seguía en busca y captura los que habían desertado, se decía que algunos, si no habían cometido delito de sangre iban a cárcel con régimen abierto, los familiares podían ir a visitarlos, algunos salían de vez en cuando con un visado especial, era el año 1944 desde que en 1939 había finalizado la guerra Civil, había sido más sangrienta la posguerra que la guerra en sí, eran muchos los que habían huido a Francia, país fronterizo y allí se habían establecido, algunos a pesar de haber dejado familia en España habían formado allí otra familia, sabían que tendría que pasar muchos años para poder volver.
Iría a hablar con su sobrino, hijo de única hermana, así era la guerra, que enfrentó a familias, unas pertenecían a un bando siendo hermanos, incluso padres e hijos con ideologías distintas.
Anita pronto cumpliría un año y Juan se preguntaba si podría seguir viéndola, ella pronto comenzaría a distinguir entre padre, madre, tías, abuelas y ¿Juan? ¿Qué lugar ocuparía? si ya tenía un padre, no se le podía decir padre a dos personas distintas, era una niña muy despierta, antes de tener el año ya andaba, siempre procuraban que la niña no viera de donde salía Juan, Juana decía que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad y si ella veía de donde salía aquella persona que solo veía a allí, tendría Juan los días, las horas contadas.
Juana fue a Bailen a hablar con su sobrino.
Esperó que viniera del ayuntamiento, era el alcalde, su hermana se casó con un Bailenero, se veían muy poco, Antonia siempre iba a Bailen por el atajo llamado "La Cuesta la Muela", por allí iban las mujeres de Baños de la Encina que se dedicaban al estraperlo.
_Esteban ¿puedo hablar contigo a solas?
Esteban quería mucho a su única tía y siempre que la veía le preguntaba por su primo, al principio abierta mente le decía que no, incluso le pedía ayuda para que la ayudara a buscarlo, cada uno era de distintas ideologías, pero había respeto y cariño entre ellos, no en vano cuando iban de Bailen a Baños con sus padres antes de la guerra y cuando eran niños, era su compañero de juegos, pasaban largas temporadas juntos, luego vino la maldita guerra que los separó.
_Dime tita ¿qué quieres? ya te lo dije la última vez he movido hilos, he pedido favores, y no se sabe nada de mi primo.
_ Dentro de lo que he podido saber no hay parte de defunción, pero y no es por ponerte mal cuerpo, cada día hayan cadáveres en las cunetas, en bosques, aún siguen matando presos políticos.
_Esteban júrame por tu madre que lo que te voy a decir no saldrá de aquí, ni siquiera a mi hermana.
_Te lo juro tita.
Se puso de pie y se acercó a ella, sabía que era algo muy secreto por el tono de voz que ella lo dijo.
_He sabido de tu primo, está escondido, no sé donde, pero vive.
Antonia no quiso dar más detalles, sabía que se la estaba jugando.
_Quien te lo ha dicho? ¿Cómo lo has sabido?
_Por medio de un compañero de él, que un familiar le había conseguido papeles para salir del escondrijo donde se ocultaba, iba de paso a su pueblo y se llegó a decírmelo.
_ ¡Tita esa es una buena noticia!
Antonia le había dicho la verdad a medias, confiaba en su sobrino, de hecho le había contado su secreto, un secreto que solo conocía Ana, su madre Juana y ella, pero cuando le diera pruebas que podía confiar plena mente en él, le diría la verdad
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