Mujeres que estáis en el campo santo
Que a Dios rezáis y estáis velando
No lloréis más por él
Que ya está respirando
Virgen de la soledad
No tengas pena ninguna
Que a Dios rezáis y estáis velando
No lloréis más por él
Que ya está respirando
Virgen de la soledad
No tengas pena ninguna
Que tu hijo resucitará
Entre las doce y las una
Ya no estará en la tierra
No estará en la sepultura
Que tu hijo resucitó
No tengas pena y amargura
Mi madre ponía los mejores pañitos de encaje en los pedestales, barnizados unos años y otros los limpiaba con aceitico de los muebles como ella decía, los pulía con un trapo seco que parecía recién pintados, las mejores macetas, trompetones , bruscos , pilistras, recuerdo un año que mi padre pintó los tiestos de las seis macetas a poner en el portal todas iguales, de varios colores sobre un fondo en negro, llamó la atención lo bonitas que quedaron, siempre ponía encima de los dos pedestales de madera altos, dos macetas iguales uno a cada lado del arco de la puerta que daba al segundo portal y delante de estos otros pedestales de hierro hechos por mi padre en la mina , más bajitos otras dos macetas iguales, en medio del portal una mesita de madera pequeña, con otra maceta normalmente coleo o siempre floridas y un pañito de ganchillo precioso hecho por mi abuela, delante de la mesita de madera la maceta más bonita, casi siempre le de trompetones blancos , recuerdo aquella cortina azul cielo hecha de punto de cruz por mi madre y aquel entredós y encaje a juego echo por mi abuela de ganchillo, eran las mejores galas para recibir a nuestra semana santa bañusca, la de gente que se subía a cantar saetas , entre ellos mi madre a nuestros balcones , llenos de macetas de claveles y geranios de todos los colores, a mí me encantaba coger el claver más bonito y echárselo a la Virgen de los Dolores cuando pasaba por debajo de mi balcón sobre el palio.
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