POEMAS , RELATOS Y RECETAS.

sábado, 28 de marzo de 2015

EL REFUGIO 14



CASTILLO DE BAÑOS DE LA ENCINA (JAÉN)



Epílogo

Toda historia tiene un antes y un después como dije en el anterior capítulo y ésta no es menos, pasaron siete años resumidos en trece entradas y ahora os pongo el final de esta mini novela.
Siempre pensé que aquella  puerta cuadrada de unos setenta y cinco centímetros de diámetro, con un asa de cuerda  y que se estaba debajo del baúl de la habitación que era de mis abuelos, había tenido un misterio, que una historia encerraba y cuando quitaba el baúl para limpiar y fregar aquellas baldosas rojas, con filico pincelado en color gris cemento, me la imaginaba, mi abuela me decía que era para bajar a echarle de comer a los animales que habían en el corral y las cuadras, en las noches de frío en Invierno, sin tener que bajar por las escaleras que daban a la intemperie, pero mi en mi imaginación siempre soñaba en que se escondía algo más de aquel servicio, un secreto, y e,  aquí que después de casi cincuenta años escribí esta historia, por fin le puse alas a mi sueño infantil.

La historia no acababa en aquel día que Juan se lo llevaron a la cárcel, han pasado muchos años, Juan Rafael es un hombre hecho y derecho, si, Ana dio a luz un niño al que le puso éste nombre, nació estando su padre preso y me quedo embobada mientras me cuenta la historia de sus padres, porque a igual que su hermana disfrutó de una madre y dos padres.
Su padre biológico era Juan Domínguez Ortega, estuvo preso doce años, los mismos que él tenía cuando salió de la cárcel, su mente no entendía a esa edad, el por qué, él tenía dos padres a los que adoraba, al igual que su hermana Anita.
Cuando su padre Rafael murió, el tenia once años y un año más tarde ocupó  su lugar su otro padre Juan.
Todo el tiempo que estuvo preso Juan, cada semana iba con su madre y hermana a ver éste otro padre, unas veces iban solos y otras los acompañaban una de sus abuelas o tías, hermanas de su madre, incluso un primo de su padre Juan que era de Bailen.
El día que salió Juan de su encierro en su casa hubo una fiesta. Y un año más tarde se casaron su padre y su madre.
Y ahora sí, doy por terminada esta pequeña historia, de aquella puerta que había debajo del baúl, dando paso a aquella habitación del sótano, que hacía las veces de cuadra y pajar.
Un refugio, como le puse de nombre al que me gustaba bajar por aquellas escaleras, más que por la puerta de las cuadras.

Espero la hayan disfrutado

Quiero dar las gracias  Isabel Conejero Valencia por cederme algunas fotos, otras me han gustado y se las he cogido yo. Y algunas mías, todas son paisajes de Baños de la Encina, (Jaén), el pueblo donde naci.
Entre las fotografías de ella y de Diego Muñoz-Cobo Rosales mi blogs se enriquece.
Gracias a los dos.


jueves, 26 de marzo de 2015

EL REFUGIO 13





Todo había dado un giro de 360 grados, se sentía mal, física y mentalmente.
Lo que había guardado durante siete años en secreto, en pocas horas se había descubierto, pensaba  la manera de salir de aquella encrucijada, salió del cuartel a paso ligero, le hubiera gustado volar, ir al encuentro de Juan, contarle todo, sabía que era vigilada.
Llegó a casa de su  madre, con los nudillos llamó a la puerta y ésta le abrió, pasaron dentro y echaron el barrón a la puerta,  Anita jugaba ajena a todo, a su dos años y pico,  poco entendía lo que estaba pasando a su alrededor.
_Mama  todo se ha descubierto, anoche hablé con Rafael, le dije la verdad, que estoy embarazada, que Juan se encuentra escondido, y él,  por querer ayudarme me ha hundido, ha ido al cuartel lo ha contado todo, sé que no quiere hacerme daño, pero creo que se ha equivocado, hay que hablar con Antonia, que vaya a ver a su sobrino.
_Calma hija esto no te hace ningún bien, espera que le abra a Juan, llévatela la niña al patio un momento.  
Juan subió del refugio, cuando le contaron todo, lejos de ponerse nervioso, habló con serenidad.
_Bueno esto se ha  acabado, algún día tenía que ocurrir, me voy a entregar, nadie debe saber que he estado aquí escondido, diré que he estado todos estos años en la sierra, no quiero que os  pase nada a tu madre ni a ti.
_Mi madre irá  a ver a mi primo, le dijo que al no haber cometido delito de sangre no me podía  poner pena de muerte, así que calmaros, esto ha durado demasiado tiempo.
Ana salió al poco tiempo de la casa de su madre con Anita de la mano, como suponía la habían seguido desde el cuartel, cerca se encontraba un guardia civil, a paso ligero se dirigió a su casa.
Allí estaba Rafael.
_Ana perdóname, he sido un ingenuo, pensando que te podría ayudar, nada más comenzar me han detenido en el despacho, he pasado un rato terrible hasta que te he visto entrar, nunca imaginé que vinieran a  la casa a por ti.
_Tranquilo Rafael, mejor así, veré el modo de comunicarme con Juan, sé que se va a entregar, ya está cansado de estar escondido, cuando no ha cometido ningún delito, en cuanto a perdonarte, no hay nada que perdonar, gracias, mil gracias, eres una persona entrañable y un padre ejemplar, toda la vida no me alcanzaría para pagarte lo que has hecho con mi hija y conmigo.
Ana beso en la frente a Rafael y éste la abrazo como solo un padre sabe abrazar a una hija, porque Ana era una como una hija para él, aunque se empeñara en que fuese de otra manera, ese dolor siempre lo tendría, porque a pesar de todo, amaba a Ana como nunca había amado a nadie, en las noches de alcoba lloraba de impotencia de no poder hacer feliz a su mujer, dormían juntos desde que se casaron, él siempre le daba un beso, las buenas noches y se daba la vuelta, no quería que ella se sintiera mal.
Y en cuanto  a la niña la adoraba, se deshacía cuando ella le llamaba papito con su media lengua, las dos eran su única familia y daba gracias a Dios por haberlas puesto en su camino.

Muy temprano al rallar el día, Juan salió de su refugio, antes miró alrededor, lo que había sido su guarida durante más de siete años.
Se despidió de Juana y su madre que había sido avisada por ésta,  les dio un abrazo y las gracias y lentamente bajó calle abajo a entregarse al cuartel.
Pronto se supo en el pueblo que Juan había sido preso, que se había entregado después de más de siete años escondido en la sierra Bañusca, no se hablaba de otra cosa, en las tiendas, en las esquinas.
Ana estaba hundida, ya nada había que esconder, todo había acabado, ni siquiera su hija la sacaba de su tristeza.
Pasada una semana donde cada día iba a ver a Juan a la cárcel, junto a la niña y Antonia su madre, el Teniente les comunico que se llevaban a Juan a Jaén.
Estaban moviendo toda clase de contactos Rafael y el primo de Juan, pero la ley era implacable ante los presos de guerra.
Fueron siete largos años  años escondido en aquel refugio, habían pasado tantas cosas, todo estaba cambiado a como él dejara el pueblo antes de la guerra, mil imágenes pasaron por su cabeza conforme se iba alejando del pueblo y una lágrima cayó por su mejilla, cuando al volver la vista atrás, vio a su madre, su hija, Ana, Juana, sus cuñadas y cientos de personas que habían ido a despedirlo.
No hablaban nada, ni reclamaban, en aquella época estaba prohibido toda clase de manifestaciones y sin embargo con su sola presencia, aquella multitud acobijaba y daban ánimo a la familia de Juan y a éste.

Lo que pasara desde el momento en que se entregó, nadie lo sabía, sin embargo una esperanza de libertad se reflejaba en aquella mirada enturbiada por las lágrimas.
Un aire fresco entraba por la ventanilla del coche aquella mañana, aquel aire que tanto echaba de menos en su encierro, en el refugio, un aire que traía recuerdos conforme se alejaba de su pueblo a otra clase de encierro, pero que le daba libertad, aquella que soñara tantas veces.

Y aquí acaba ésta historia, tiene un epílogo, porque toda historia tiene un después.
Eso dejadme que lo ponga en otro capítulo.

EL REFUGIO 12




Ana respiró  profundamente, era como si se hubiera quitado un gran peso de encima, pero Rafael le preocupaba, recordaba la conversación de la noche anterior, de como la cogió por los hombros y le dijo.
_Mi pequeña Ana, cuanto has sufrido estos años! yo no voy  a ser un estorbo en tu vida, te voy a  ayudar, no temas nada, anda duerme tranquila en tu estado no te conviene estar nerviosa,
Oyó como Anita la llamaba.
_Voy mi niña.
Rafael no estaba había salido, se ve que se había dormido  y no se había enterado de cuando él se levantó.
Llamaron a la puerta, rápidamente se vistió y fue a  abrir, era la pareja de Guardia Civil.
Sabía que no era nada bueno su presencia tan temprano en su casa, le temblaba todo el cuerpo, y se preguntaba si Rafael en vez de ayudarla la había ido a denunciar al Cuartel.
_Buenos días, tiene que acompañarnos al Cuartel.
_ Es que estoy sola y tengo a mi  niña  pequeña.
_Puede dejarla con algún familiar de camino.
_Vale, deme un momento que la vista.
Ana entró a la casa para vestir a Anita, no podía contener as lágrimas, Rafael y quien si no la había denunciado, sintió rabia, impotencia, pensaba que con su declaración la iba a ayudar y no habían pasado ocho horas cuando la llevaban al Cuartel.
No atinaba a vestir a su hija, lo hacía como una  autómata, por fin acabó la cogió en brazos y dijo.
_Cuando quieran.
Al pasar por la puerta de casa de su madre, dijo.
_ ¿Puedo dejar a mi hija con mi madre?
Se miraron la pareja de Guardia Civiles y uno de ellos dijo.
_No hay ningún problema.
Llamó a la puerta, su madre abrió y dijo.
_Ana ¿qué pasa hija?
_Nada Mama voy a Cuartel cuida de Anita.
Llegaron al Cuartel y la pasaron al despacho del Teniente, no le llegaba la ropa al cuerpo, se hacía mil preguntas y no encontraba respuestas, cuando entró y vio a Rafael supo toda la verdad, el la había denunciado, ella que había confiado plena mente en él.
_Siéntese por favor.
El Teniente y un Cabo, estaban esperándola y Rafael con ellos.
_Vamos a ver Ana, tiene que contarnos todo.
Ana los miraba a los tres pero su  mirada quedó fijada en Rafael y le dijo
_ ¿Por qué?
Rafael se acercó a  ella y dijo.
_Tranquila Ana, esto es un paso que había que dar, no te va a pasar nada.
_Déjame, no me toques, confié en ti y mira que poco a durado de nuestra conversación a este momento.
_Ana por favor siéntate, y escucha cuanto te va a decir el Teniente.
_Ana debes contarnos donde se encuentra Juan
El Teniente se había puesto en pie.
_No, nunca lo diré, así me metan presa, prefiero ser yo a que entre entre rejas a  decir donde está escondido.
_Ana no le va a pasar nada.
Ella dudaba, se hacían  pasar por buenos, para luego una vez supieran donde estaba meterlo preso, llevárselo de Baños a no sabia donde y a saber que le harían.
Rafael tomó la palabra.
_Ana te juro que no le va a pasar nada, ellos me lo han prometido, pero es un fugitivo de la Ley y hay que regularizar su estado, si sigue escondido poco se puede hacer.
_No, no voy a decir nada.
Ana se tapó a cara con las manos y comenzó a llorar.
_ ¿Por qué? ¿Por qué? si yo confiaba en ti.
El Teniente comenzó a  hablar
_Ana no perdamos  tiempo, o nos lo dices o sera peor, ha pasado mucho tiempo, desde que acabo la guerra, haremos lo posible para que pueda quedar libre o cumpla una condena como preso político, Rafael tiene contactos con gente importante, pero si no se entrega y somos nosotros los que lo busquemos y lo detengamos, nada podemos hacer por ayudarlo.
_Ana por favor, di donde se encuentra Juan, yo no quería que fuera de este modo pero el Teniente me ha dicho que es así como hay que hacer as cosas, no es igual entregarse que detenerlo.
_Déjeme ir,  no se donde se encuentra, está en la sierra escondido, no tengo ni idea dónde y cuando lo vea lo convenzo para que se entregue, baja al pueblo de vez en cuando por la noche a por comida y yo se la doy, y ropa limpia, no puedo decirles nada más, ni siquiera su madre sabe nada.
Ana quería ganar tiempo y no implicar a Antonia la madre de Juan.


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martes, 24 de marzo de 2015

EL REFUGIO 11



Ana se frotaba las manos, estaba nerviosa, lo había decidido, ya no podía esperar más, Anita dormía, era de noche y hacia un viento enorme, para hacer honor a  aquel dicho de que Marzo ventoso...
_Pero Ana ¿se puede saber qué te pasa? te noto muy rara últimamente.
Se echó a llorar y Rafael empezó a preocuparse, se levantó y la acarició las manos.
_Dime que es lo que tienes ¿estás enferma?
_Rafael te voy a contar todo, no mereces una mentira mas de mí, me has demostrarme tanto cariño que por nada del mundo voy a seguir engañándote y es que ha sido todo un engaño, una farsa pero cuando sepas toda la verdad comprenderás que no tenía otra forma ni salida, ya me ayudaste cuando me quede embarazada, le diste un apellido a mi hija, nos tratas como unas reinas a mi hija y a mí.
_Venga ya Ana, me estas poniendo nervioso con esas declaraciones, de sobra sabes que sois mi mundo, llegaste a mi vida de puntillas y me diste todo lo que un hombre pueda desear, una familia, una hija, sé que no te he podido amar como un hombre físicamente, pero te quiero como a nadie, más bien con amor fraternal, si, como a una hija, pero ya sabes que no te engañé, lo siento si no he podido darte amor de hombre.
_ Es `por eso por tu cariño que no puedo engañarte mas, sé que me la estoy jugando, no sé si me comprenderás, pero cuando escuches mi historia, sabrás que estoy atada de pies y manos, que por nada del mundo quisiera hacerte daño, aunque sé que te lo voy  hacer.
_Ven siéntate aquí a mi lado y escucha lo que te voy a contar, después tú decides si me quedo o me voy, pero si de verdad quieres a Anita, no le hagas daño a su padre.
Ana empezó a contarle todo a Rafael, este escuchaba atentamente, toda la historia, Ana lloraba, pero ya sin ese dolor del principio, estaba más tranquila aquella confesión la estaba dejando libre de aquel peso que llevaba encima casi tres años.
Cuando terminó, le preguntó a Rafael que pensaba.
Rafael estaba pálido, su mundo se derrumbaba, por fin sabia quien era el padre de Anita, nunca se habría imaginado esa verdad, hubiera dado parte de su vida, su fortuna por no haber conocido aquella historia, sabía que se había abierto un abismo, donde ya no tendría cabida entre Ana y su hija.
_¿ Y donde esta él ? porque está en el pueblo ¿verdad?
Ana se puso de pie temblaba de pies a la cabeza.
_Si.
_¿ Me vas a dejar ?
_Rafael ahora no podría aunque quisiera, si sale de donde esta no tardarían en detenerlo, encarcelarlo o incluso matarlo.
_Ayúdame, no te merecías este engaño pero dime ¿que podía hacer, si no?
Rafael le daba mil vueltas a la cabeza, pensaba que Ana había tenido un desliz, que nadie reclamaría aquella hija que él había reconocido, que para siempre iban a ser suyas las dos y ahora todo se derrumbaba.
_Ana te voy a  ayudar, pero tienes que confiar  en mí, dime donde se encuentra.
Ana dudaba en decirle donde se escondía, pero sabía de la tenacidad de Rafael cuando se trataba de conseguir una cosa, lo veía calmado, pero en el fondo, sabía que estaba desecho por dentro.
_Rafael no voy a dejarte nunca Y Anita siempre será tu hija, eso tenlo por seguro, si algún día sale su padre de donde está escondido, si no se lo llevan para matarlo como a muchos otros, entonces le contaré la verdad y seguro que te valorará y te querrá igual, ahora es pequeña, el único padre que conoce eres tu y no comprendería nada, mejor dejarlo así.
_Ana ¿tu lo ves verdad?
_Si Rafael de vez en cuando.
No quiso darle más pistas, aunque confiaba en el cómo se confía en un padre, este no lo era, ante la ley era su marido y con papeles el padre de su hija.
_Tienes que contármelo todo si quieres que te ayude, miraré a ver qué puedo hacer.
Estaba destrozado aún así, el amor que sentía por Anita su hija, era muy grande y no podía hacerle daño quitando de en medio a su padre, ella cuando fuera mayor no se lo perdonaría y él, el estaba ya rozando el umbral de los setenta años y poco le quedaba de su maltrecha vida, sus heridas de guerra, su mutilación, iban haciendo mella.
_Rafael aun hay otra cosa que quiero que sepas.
_Si he dado este paso es porque algo grande me está pasando, voy a ser de nuevo madre.

sábado, 21 de marzo de 2015

EL REFUGIO 10



Ana estaba rara, se sentía mal, intuía como mujer que su cuerpo estaba cambiando al igual que cuando se quedo embarazada de Anita,
Se lo dijo a su madre.
_Mama creo que estoy embarazada.
_Pero hija, ¿es que no has pensado tu situación?
_Mama tenemos cuidado pero no ha valido, llevo 15 días de atraso y seguro que estoy embarazada, Anita casi tiene dos años.
Le parecía mentira que hubieran pasado casi res años desde que se casara con Don Rafael, el tiempo había pasado volando, la boda, el nacimiento de su hija, en parte todo parecía  que no pasara el tiempo, Juan seguía en el refugio escondido, su falso matrimonio transcurría normal Don Rafael era un buen padre para su hija, cada día se marchaba al campo, tenia a pesar de sus casi sesenta y tres años una gran vitalidad, su vida marital era nula, sin embargo a vista de la gente eran un matrimonio bien avenido, se les veía juntos en las fiestas del pueblo, paseando con su hija, él nunca le hacia preguntas sobre el padre de su hija de si le había vuelto a ver, Anita era una niña despierta, que a veces hablaba de sus titas, su tito Juan, su abuela, Don Rafael nunca le daba importancia a aquél tito Juan se refería, ya que sus cuñadas tenia amigos medio novietes la niña salia a pasear con ellas y los amigos de ellas y por que él siempre decía a todos, sus titos y primos a pesar de no tener ninguno.
Ana no sabia que hacer, cuando se enterara Don Rafael de su estado, seguro la echaría de casa, ya una vez la recogió, no le importó su estado, la hizo su mujer, formaron una familia, pero ahora no sabia que decirle,
¿ Que había vuelto el padre de su hija?eso seria como defraudarle, engañarle, a pesar de lo bien que se había portado con ella.
No había querido decir nada a Juan su mente era un caos, se pasaba el día llorando, Don Rafael la conocía muy bien llevaban casi siete años juntos, tres de casados y casi cuatro que estuvo sirviendo en su casa, pero los días iban pasando, los pechos le habían aumentado y la cintura se estaba ensanchando, tenia que tomar una decisión.
El primo de Juan, estaba moviendo papeles, había ido a hablar a Jaén con un superior, incluso tenia mucha amistad con un Teniente de la Guardia Civil, le había contado el caso de su primo, del que solo sabia que estaba escondido, pero que ni su tía ni el sabían donde.Le habían prometido ayudarle  aunque eran del mismo partido y amigos, en el fondo no se sentía seguro de lo que le pudiera pasar a su primo, solo cuando tuviera un salvo conducto le diría a su tía que se presentara al cuartel, no quería jugárselas, aún había mucho recelo, a pesar de haber pasado mas de  ocho años desde que la guerra, había terminado,  España se estaba normalizando, se estaba intentando reconstruir un país desecho por una guerra injusta, los pueblos se iban quedando vacíos, los jóvenes se marchaban a Barcelona o a Madrid a buscar trabajo, otros se marchaban a Francia o Alemania.
En la casa de Juana había mucho revuelo, se casaba una de la hermanas de Ana, la que le seguía en edad y la casa estaba siempre llena de gente, se daban los útimos toques a la ropa, se planchaba y se ponía en bandejas de mimbre para llevarlas a la casa que sería su nuevo hogar, era costumbre enseñar todo el ajuar, cajones abiertos para que la gente viera todo lo que había hecho la novia para su dote.
Ana siempre estaba cansada mareada y su desconsuelo a parte del embarazo era a la situación de engaño para con su marido.
Ana había tomado una decisión, Juan ya se lo había notado y ella se lo había confirmado que estaba esperando un segundo hijo, él se puso muy contento, se había ido acostumbrado a su encierro, veía a la niña, eso si menos y era el tío Juan, familiar  de su abuela Juana que siempre estaba en su casa, a sus tres años de edad sus juegos eran lo mas importante para ella y Juan le daba toda case de juegos, la abuela Antonia, su otra abuela se deshacía en regalos para con ella, era una niña feliz.
_Rafael tengo que hablar contigo.
Habían pasado casi cinco meses de embarazo y Ana se estaba poniendo mas gorda de lo normal .
_Necesito que me perdones no he debido hacerlo pero ha sucedido, no mereces ésto por mi parte, así que si tengo que irme me voy.
_¿Pero que esta diciendo niña?.


jueves, 19 de marzo de 2015

EL REFUGIO 9


Cuando  llegó a casa de Don Rafael  estaba todo limpio y ordenado, éste había metido una mujer para que limpiase todo, él mismo se ocupó de armar la cuna, Ana no quiso que se desembalara hasta que no diera a luz,  la había puesto al lado de donde dormía ella, era preciosa toda de madera blanca con una colcha de encaje que ella mismo había hecho de ganchillo, sus hermanas la habían hecho sabanitas bordadas y su madre jerséis  de lana  con gorritos y patucos a juego, faldones, empapaderas, Anita tenia de todo, la madre de Juan quiso ser discreta, no debía levantar sospechas, los días que estuvo en su casa fue a verlas a diario y disfrutó de su primera nieta junto a Juana, Ana y su hijo, en el pueblo murmuraban  y no entendían que se llevara tan bien con Ana  y ella respondía si alguna le preguntaba maliciosa mente.
_Esa niña podría haber sido de mi hijo.
Los meses pasaban, Ana cada día iba a casa de su madre, como de costumbre cuando llegaban cerraban la puerta con el barrón, quitaban el baúl y Juan subía para estar con ellas un rato.
La madre de Juan había tomado una decisión su hijo llevaba casi cinco años, metido en aquel refugio y aunque seguía en busca y captura los que habían desertado, se decía que algunos, si no habían cometido delito de sangre iban a cárcel con régimen abierto, los familiares podían ir a visitarlos, algunos salían de vez en cuando con un visado especial, era el año 1944 desde que en 1939 había finalizado la guerra Civil, había sido más sangrienta la posguerra que la guerra en sí, eran muchos los que habían huido a Francia, país fronterizo y allí se habían establecido, algunos a pesar de haber dejado familia en España habían formado allí otra familia, sabían que tendría que pasar muchos años para poder volver.
Iría a hablar con su sobrino, hijo de única hermana, así era la guerra, que enfrentó a familias, unas pertenecían a un bando siendo hermanos, incluso padres e hijos con ideologías distintas.
Anita pronto cumpliría un año y Juan se preguntaba si podría seguir  viéndola, ella pronto comenzaría a distinguir entre padre, madre, tías, abuelas y ¿Juan? ¿Qué lugar ocuparía? si ya tenía un  padre, no se le podía decir  padre a dos personas distintas, era una niña muy despierta, antes de tener el año ya andaba, siempre procuraban que la niña no viera de donde salía Juan, Juana decía que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad y si ella veía de donde salía aquella persona que solo veía a allí, tendría Juan los días, las horas contadas.
Juana fue a Bailen a hablar con su sobrino.
Esperó que viniera del ayuntamiento, era el alcalde, su hermana se casó con un Bailenero, se veían muy poco, Antonia siempre iba a Bailen por el atajo llamado "La Cuesta la Muela", por allí iban las mujeres de Baños de la Encina que se dedicaban al estraperlo.
_Esteban  ¿puedo hablar contigo a solas?
Esteban quería mucho a su única tía y siempre que la veía le preguntaba por su primo, al principio abierta mente le decía que no, incluso le pedía ayuda para que la ayudara a buscarlo, cada uno era de distintas ideologías, pero había respeto y cariño entre ellos, no en vano cuando iban de Bailen a Baños con sus padres antes de la guerra y cuando eran niños, era su compañero de juegos, pasaban largas temporadas juntos, luego vino la maldita guerra que los separó.
_Dime tita ¿qué quieres? ya te lo dije la última vez he movido hilos, he pedido favores, y no se sabe nada de mi primo.
_ Dentro de lo que he podido saber no hay parte de defunción, pero y no es por ponerte mal cuerpo,  cada día hayan cadáveres en las cunetas, en bosques, aún siguen matando presos políticos.
_Esteban júrame por tu madre que lo que te voy a decir no saldrá de aquí, ni siquiera a mi hermana.
_Te lo juro tita.
Se puso de pie  y se acercó a ella, sabía que era algo muy secreto por el tono de voz que ella lo dijo.
_He sabido de tu primo, está escondido, no sé donde, pero vive.
Antonia no quiso dar más detalles, sabía que se la estaba jugando.
_Quien te lo ha dicho? ¿Cómo lo has sabido?
_Por medio  de un compañero de él, que un familiar le había conseguido papeles para salir del escondrijo donde se ocultaba, iba de paso a su pueblo y se llegó a decírmelo.
_ ¡Tita esa es una buena noticia!
Antonia le había dicho la verdad a medias, confiaba en su sobrino, de hecho le había contado su secreto, un secreto que solo conocía Ana, su madre Juana y ella,  pero cuando le diera pruebas que podía confiar plena mente en él, le diría la verdad